Plasmar un poco de tu propia personalidad en los ambientes de tu hogar te hará sentir completamente en casa. Al ingresar a una habitación que tú hayas decorado podrás ver los logros de tus esfuerzos: el color de las paredes, la disposición de los elementos, y las fotografías de tus momentos más preciados te hará revivirlos, haciéndote sentir nuevamente en ese lugar y en esa situación tan felices.
También la acción de decorar es una manera de ejercitar nuestra mente y alimentar el alma. Te hará poner en marcha tu imaginación y desplegar toda tu creatividad, en la elección de colores, texturas y elementos de acuerdo a tu gusto y tus posibilidades. Te hará jugar con el espacio, entrando en una conexión muy particular con cada superficie.
Al decorar tu propio ambiente podrás poner en acción herramientas para el ahorro, como elegir y reutilizar los elementos y objetos de un modo que sea funcional, práctico, que facilite el mantenimiento del hogar y que cuide del presupuesto, además de hacerlo en un modo que te sea de agrado en lo particular. Al dejar la tarea de decoración en manos ajenas, la disposición del espacio no sería la tuya propia y, además, podría no serte práctica o de fácil mantenimiento.
Estar en un ambiente extraño nos hace sentir ajenos al espacio. Por el contrario, estar en un ambiente que nos es propio, al que hemos convidado parte de nuestra personalidad, nos hace sentir protegidos, literalmente “en casa”. Así, decorar es una parte integradora de nuestra conexión con el ambiente y es un reparo que permite, de este modo, la relajación al final del día y también el disfrute a lo largo de la jornada.
Finalmente, recuerda que estar en un sitio agradable, funcional, práctico y de tu propia personalidad no sólo te hará sentir esa protección especial, sino que también será invitante a todo tu organismo. Al vivir en un hogar decorado y propio sentirás ganas de regresar a casa al final del día o en las jornadas de descanso y esto, en definitiva, fomentará la sensación de hogar, contrariamente a vivir en un ambiente estéril visualmente, que sólo te hará sentir ganas de estar en otro sitio.