Los bonitos toldos que vemos en balcones, patios y ventanas, no sólo son decorativos, sino que sirven de eficaz protección contra el viento y la lluvia. Se operan a través de un sistema manual-mecánico para abrir y cerrar, o pueden estar motorizados.
El hecho de que se hayan hecho tan populares propició, además, la variedad de tamaños, modelos y sistemas de funcionamiento y sujeción. Los más requeridos son los de brazos invisibles, y son también los más sofisticados, por lo que resultan un poco más costosos. Pero tienen una desventaja, y es que no son tan resistentes al viento, y corren peligros de volarse.
Dependiendo del sitio en que queremos ubicar el toldo, podremos elegir:
Las medidas estándar van el metro y medio a los 3 metros, pero se fabrican a medida también, hasta 6 metros.
Como la estructura es de tubos de aluminio, estos toldos son muy livianos, lo que facilita la apertura y cerramiento, incluso en los diseños más grandes, algo muy importante si tienen sistema manual. Pero si no queremos hacer ningún esfuerzo, podemos agregar un motor, que se puede manejar a control remoto o accionando una llave de pared.
En los toldos de brazos invisibles se pueden incorporar sensores para que se despliegue solo, según la intensidad de la luz, o según la velocidad del viento. También, en algunos casos, se puede programar el horario de apertura y cierre. Pero estos sistemas no sirven para los toldos tradicionales.
Las telas de los toldos de protección pueden ser vinílicas o acrílicas. Las telas vinílicas son de fácil limpieza, brillantes y variados colores, pero menos resistentes y acumulan calor. Las telas acrílicas son más permeables al aire, por lo tanto, más frescas. Además, son más resistentes, lo que lógicamente, las hace más caras que las vinílicas. Se pueden adosar faldones regulables para mejorar la funcionalidad del toldo.