La llegada de un bebé a la casa siempre provoca mucha emoción. Pero a la alegría y temores habituales en los futuros padres, se suman aspectos prácticos que hay que resolver. Uno de ellos es el tema de la decoración del cuarto del bebé.
El cuarto de un bebé debe ser alegre y luminoso, pero, además, seguro y cómodo. Lo ideal es que se adapte al crecimiento del niño, ya que no podemos estar cambiando decoración y muebles cada 6 meses.
Comencemos por la elección de la pintura. Los colores para los cuartos de los bebés han abandonado la tradición: el lila suave, el amarillo claro, el verde Nilo, el melocotón, son opciones más modernas y sirven para ambos sexos. Los colores deben ser claros y cálidos, porque el bebé necesita un ambiente tranquilo, sin estridencias. Podemos pintar el techo de blanco, y dejar el color para las paredes, puertas, ventanas y muebles, para que resulte aún más luminoso. Con la ayuda de esténcils, podemos crear guardas en alguna de las paredes, en los marcos de las ventanas, o en las puertas del armario. Verificaremos siempre que la pintura que utilicemos no sea tóxica.
Es bueno instalar varios sistemas de iluminación, para distintos usos. Siempre necesitaremos una luz central, en el techo. Pero los apliques en la pared, que emiten luz más tenue, serán la iluminación más habitual (los reguladores de intensidad también son una excelente opción). Las luces tenues mantienen al bebé más calmo y le ayudan a conciliar el sueño.
La luz del sol no debe dar en forma directa sobre la cuna, ni sobre el cambiador. Unas cortinas alegres y livianas ayudarán a filtrar la luz, sin quitar claridad. Debemos elegir telas que repelan el polvo y sean fáciles de lavar.
Los muebles de la habitación del bebé deben ser prácticos y seguros: los bordes redondeados evitarán feos golpes cuando el bebé comience a andar. Los primeros meses no necesitaremos demasiado mobiliario: bastará con la cuna, el cambiador, un mueble para guardar los artículos de tocador del bebé, sus toallas y ropa de cama, y el armario para su ropa. Para amamantar, podemos poner un sillón, y junto a él una pequeña mesa con una lámpara, para crear un ambiente especial para ese momento.
Los colores y objetos del cuarto del bebé sirven para llamar su atención y estimular su aprendizaje: los móviles y los almohadones coloridos son una excelente ayuda. Pero no conviene abusar: una habitación llena de objetos puede sobre-estimularlo.
Las carpetas y alfombras siempre crean un ambiente más cálido, pero también atrapan polvo. Si ponemos alfombra, no debe ser de pelo largo, y debemos aspirarla todos los días, sobre todo cuando el bebé comience a gatear. Las alfombras sintéticas no son tan elegantes ni tan bonitas, pero son más fáciles de limpiar.
Siempre tengamos en cuenta que la practicidad debe ir unida a la estética, cuando se trata de un cuarto infantil.