La adolescencia es un momento sumamente delicado en nuestras vidas. Es cuando nos comenzamos a convertir en lo que seremos el resto de nuestras vidas: nuestro cuerpo definitivo, con facciones y altura, nuestros gustos, nuestra identidad. Es por ello que los gustos y preferencias de los adolescentes, así como sus actividades, son tan inestables y cambiantes: es cuando se prueban las diferentes opciones para ir configurando un gusto y estilo particular.
Justamente por este motivo es que la decoración en las habitaciones de un adolescente es un tema de particular atención. Debemos lograr una ambientación práctica y funcional a sus actividades, pero también de acuerdo a su gusto y estilo que está en desarrollo y exploración.
Hay algunas técnicas para lograr un consenso con los hijos. Una muy utilizada, y que ofrece buenos resultados, es la de buscar inspiración en habitaciones ya creadas, para ir adaptándolo a su estilo propio.
Puedes hacer de esto un juego: buscar imágenes en revistas y en Internet, pidiendo a nuestro hijo que elija las cinco que más le gusten, y luego pedirle que piense en uno o más cambios para hacer sobre la habitación vista en la imagen. Esto nos permitirá saber hacia dónde se orienta su estilo en cuanto a contenidos, muebles, colores , y al solicitarle que imagine cambios posibles, fomentaremos su imaginación e impediremos que quede grabada en su mente la imagen estática apreciada. Así, podrás adaptar el diseño a tus posibilidades.
Los adolescentes atraviesan diversas etapas, algunas de ellas algo sombrías y hasta pesimistas. Por ello, aunque te lo pida, evita los diseños lúgubres y el uso de colores demasiado oscuros o neutros. En lugar de ello, anímale a elegir colores vibrantes, llenos de vida, o tonos pasteles y calmos, que fomenten su concentración y relajación, sin que sean demasiado neutros. Los rosados, lavandas, verdes y celestes son ideales para esto, mientras que los lila, rojos, fucsias, amarillos y turquesas son los más elegidos para elevar los humores y las energías.
Entre los elementos, asegúrate de que haya una cama confortable, un espacio de guarda para sus objetos, una mesa de noche con iluminación, y una cómoda o mesa de escritorio con su silla como mínimo. Luego, complementa la decoración con los elementos de su preferencia, incluyendo siempre (sutilmente si el joven no los hubiera pedido) piezas de arte o imágenes que vistan las paredes, sin dejarlas vacías. Puedes colocar fotografías enmarcadas de la familia y también de sus amistades, aunque te recomendamos no lucir sus propias fotos infantiles, pues esta es justamente la etapa de la cual su mente intenta desprenderse, aunque sea por poco tiempo.
Recuerda que la habitación del adolescente es también un lugar de encuentro con sus pares. Asegúrate de que tenga alfombras o cojines que sean aptos para colocar en el suelo, y que cuente con su propio reproductor de música, al menos. Si las reglas de la casa lo permiten, puedes agregar una TV, reproductor de DVD, computador o lo que prefieras.