El jardín colonial es un tipo de jardín que existe en todas las latitudes. Aunque la vegetación se adapta a cada zona, hay características comunes a todos ellos.
El jardín colonial tiene zonas delimitadas, aunque no debe parecer un jardín muy ordenado: una de sus características es la exuberancia. Los caminos serán de grava, y conducirán en forma natural a los distintos sectores. Nunca son rectos, sino que sus curvas y contracurvas nos llevarán de un sector a otro y cada uno quedará oculto, en parte, del anterior.
Los costados de los caminos estarán acompañados por macizos, parterres y macetas de arcilla. En un jardín colonial abundan las flores olorosas, pero no dispuestas en ordenados canteros, sino mezcladas con el resto de la vegetación, como si las semillas hubieran sido traídas por el viento. La combinación de colores es necesaria si queremos dar cierta uniformidad, pero de ninguna manera es fundamental. Sí, es importante que haya abundancia de rosales.
En la parte más extrema de nuestro jardín colonial podemos plantar árboles frutales, especialmente cítricos: el perfume de las flores de azahar invadirá el jardín y es característico de este estilo. También podemos incluir naranjos en forma esporádica a uno y otro lado del camino principal.
En un jardín colonial no puede faltar una pérgola, cubierta de plantas enredaderas, en lo posible florales: madreselvas, rosales trepadores, pasionarias. Elegiremos las que florezcan en diferentes épocas del año, para asegurarnos de que siempre habrá una nota de color. Si decidimos crear un espacio de descanso bajo la pérgola, los muebles deben ser rústicos, de madera o piedra.
Si hay espacio suficiente, podemos instalar un pequeño estanque, que refresque el ambiente en verano. Si no es posible, elegiremos un lugar semi-escondido para un patio interior, con piso de baldosa cerámica roja o piedra, donde colocaremos una fuente (colonial, por supuesto), a falta de aljibe. Mucho mejor si decidimos construir nuestro propio aljibe, aunque sólo sea decorativo.
En caso de que decidamos destacar algún macizo con plantas o flores especiales, lo delimitaremos con piedra o, a lo sumo, un borde revestido en ladrillo colonial o baldosas de arcilla. Si hubiera escalones o desniveles para pasar de un sector a otro, también serán de ladrillo o piedra.
El jardín colonial es, básicamente, rico en colores y perfumes, frondoso y rústico, sin ser descuidado. Y, aunque queremos que luzca natural, en realidad estará cuidadosamente planificado.