Una buena técnica para decorar el ladrillo y darle uniformidad, textura y color es hacerle un bolseado, el cual cubre la pared dejando ver la forma del ladrillo y también lo protege. De esta forma se puede restaurar y decorar una pared de ladrillo visto.
Materiales:
Cepillo de alambre
Balde
Arena
Cemento
Cuchara de albañil
Agua
Guantes de goma
Trapo de piso
Escalera
Tierra de colores (opcional)
Comienza cepillando toda la superficie de ladrillo con el cepillo de alambre, con el fin de quitarle el polvo y las pequeñas secciones que se descascaran fácilmente. Luego, prepara una mezcla de arena y cemento en una proporción 9:1, es decir, cada 9 partes de arena, le agregas una de cemento. Puedes añadir en este momento dos partes de tierra de colores para hacer sobre el ladrillo un recubrimiento de textura y color.
Revuelve bien la arena y el cemento utilizando una cuchara de albañil hasta mezclar ambos materiales, y luego agrégale agua mientras revuelves, hasta lograr la mezcla llamada “mortero”, que deberá tener una consistencia plástica y maleable, apenas líquida.
No olvides cubrir el piso con cartón, nylon, periódicos u otro material para protegerlo de las salpicaduras.
Una vez que tienes el piso y los muebles o artefactos cubiertos, súbete a la escalera con el balde conteniendo el mortero y el trapo de piso. Moja el trapo en el mortero y comienza a pintar desde arriba hacia abajo con movimientos horizontales.
Es necesario que vayas recargando el trapo con el material para que la película que recubra los ladrillos quede del mismo espesor en toda la pared. De esta forma, pinta toda la superficie, teniendo especial cuidado de cubrir todos los huecos para que el bolseado quede prolijo.
Al terminar, deja que la pared se seque 24 horas, y con un trapo húmedo limpia enseguida las salpicaduras en el piso que puedes haber ocasionado, pues si dejas pasar el tiempo serán muy difíciles de quitar.
El efecto que lograrás con el bolseado es de una textura rayada muy bonita, que al mismo tiempo protege la superficie.
El bolseado le da uniformidad al muro permitiendo que se vea la forma del ladrillo, y de este modo conseguirás mantener el efecto rústico de la pared con un buen acabado.