Regar las plantas en macetas y jardineras requiere de cierto procedimiento, debido a que la tierra se seca con mayor rapidez que en un jardín pero, a la vez, drena con mayor lentitud, por lo que se encharca más fácilmente.
Para saber si estamos regando mucho o poco, primero observaremos nuestra planta: si las hojas están caídas, blandas, enroscadas, sin brillo, y comienzan a ponerse amarillas, es porque falta agua. Si, por el contrario, las hojas se ponen completamente amarillas y se caen, es porque hay exceso de riego y las raíces se están pudriendo.
Como regla general, las plantas con hojas grandes o de gran tamaño necesitan más agua que las pequeñas. Las de hojas crasas requieren de menos riego, y las de flores necesitan algo más de agua que las otras. Las macetas de terracota pierden más agua que las de plástico (porque son porosas), y las plantas que están al sol debemos regarlas más que las que están a la sombra. Pero lo que realmente nos permitirá saber cuándo y cuánto regar nuestras plantas es la observación de las hojas y tener en cuenta los detalles que comentamos al comienzo.
Observar la capa superior de la tierra no es muy útil porque la superficie puede aparecer seca, pero debajo la tierra está húmeda. Para saber si nuestras plantas necesitan agua, podemos recurrir a medidores de humedad que se clavan en la tierra. Pero también podemos usar métodos caseros.
Algunos trucos sencillos nos ayudarán a saber si la tierra tiene suficiente agua. Uno es hundir un dedo en la tierra para verificar el grado de humedad debajo de la capa superficial. En las macetas de barro, podemos dar algunos golpes: si el sonido es hueco, falta agua; de lo contrario, la tierra está húmeda. Clavar un lápiz también es un buen indicador: si sale con tierra pegada, significa que la tierra está todavía mojada.
En casi todas las especies, el exceso de riego es peor que la falta de agua, porque cuando las raíces se pudren es difícil recuperar la planta, aunque no imposible.
Lo primero que debemos hacer es sacarla de la maceta, sin exponer las raíces al aire, y envolver la tierra en papel de periódico o papel de cocina para que absorba el exceso de humedad. Cuando el papel esté mojado, lo cambiamos por otro seco. Así, hasta que la tierra esté seca. Luego, replantaremos con tierra nueva y no regaremos por unos días, hasta que la planta se asiente.