El Feng Shui es el nombre que recibe esa milenaria técnica que describe la orientación y ubicación de espacios y elementos del hogar, la oficina o de cualquier ambiente, en pro de favorecer la libre circulación de energías positivas que nos ayudan a lograr un mayor bienestar y que nos acercan a nuestros objetivos específicos.
Aunque en el mundo existen expertos de las técnicas del Feng Shui, lo cierto es que no es exclusiva. Aprendiendo, conociendo y entregándonos a su sabiduría, cualquiera de nosotros puede aplicar los consejos en nuestros ambientes y elementos. Sólo debemos conocer las bases o nociones principales, como punto de partida en nuestro recorrido de aprendizaje.
Para propiciar la mejor circulación de las energías, la distribución de los objetos del Feng Shui debe hacerse según los cinco elementos de nuestra Naturaleza: agua, fuego, aire, madera y tierra. Cada uno de estos elementos tiene una influencia sobre los demás, y es influenciado por los otros. Por ejemplo: el fuego calienta el metal, mientras que el agua apaga el fuego que, a su vez, necesita del elemento aire y del elemento madera para existir. Por ello, debemos ir ubicando los elementos unos junto a otros en busca de lograr objetivos determinados.
El fuego se relaciona con los sectores orientados al sur, y es un elemento de poder que debemos controlar. Necesita de la compañía e influencia del aire y de la madera para existir. El agua, por su parte, se relaciona al norte y es la contrapartida del fuego, igualmente poderoso aunque en objetivos diferentes.
La tierra es la base de nuestra existencia, y siempre ha de estar presente en la decoración; se relaciona con el suroeste, el noreste y el centro de los ambientes. La madera se relaciona con el este y el sureste, mientras que el metal es el elemento de relación con el oeste y el noroeste.
El Yin y el Yang es el nombre que reciben las energías sincronizadas, positiva y negativa si se quiere denominar de esta manera. De hecho, son fuerzas o poderes opuestos, que se balancean (no puede existir una sin la otra) aunque compiten por ganar los espacios.
El Yin es la energía relacionada con lo femenino, y a niveles reales y tangibles se relaciona con el frío y lo oscuro, como la luna y la noche. El Yang, por su parte, se relaciona a lo masculino, a la luz, al propio sol. Como ves, son fuerzas contrapuestas pero que se suceden a todo momento: el día sigue a la noche siempre.
Además de los 5 elementos y las energías, el Feng Shui se expresa mediante colores y objetos, como figuras representativas de animales reales o mitológicos, fuentes de agua, piedras, ramas, adornos y demás, cada uno relacionado a los elementos.
En lo que respecta a los colores, cada elemento posee su representante máximo, aunque se trata de una teoría bastante flexible. La madera se relaciona, por ejemplo, con los colores verde, turquesa y café; el fuego elige al rojo, al rosa y, en ocasiones, a los amarillos brillantes; la tierra elige también a ciertos tonos de café, también al terracota, ocre, anaranjado y algunos amarillos telúricos; el metal se representa en el blanco, el gris y los tonos brillantes o metalizados; mientras que el agua queda representada por los tonos negro y azul.
Estos colores, representados en estructuras y elementos, irán acompañándose unos a otros en secuencias, favoreciendo y potenciando su actuar en pro de atraer las energías apropiadas para cada ambiente y espacio.