El estilo kitsch no es realmente para cualquiera, si tenemos en cuenta que se caracteriza por la exageración en los colores, y el uso de objetos decorativos que, a todas luces, podríamos catalogar de “antiestéticos” por su falta de diseño. Pero si no tienes prejuicios y te gusta vivir en un ambiente con mucha, mucha energía, puede ser tu opción.
La ventaja del estilo kitsch en la decoración es que puedes mezclar colores, formas y épocas con total libertad: las fotos del casamiento de los abuelos quedan perfectas junto a una escultura móvil de vanguardia, y los sillones de tapizado floreado se llevan de perlas con almohadones a lunares, rayas, o estampados con personajes de cómic.
Una de las características a tener en cuenta si quieres decorar en estilo kitsch, es que, si bien todo vale, lo artesanal o rústico tienen poco o ningún espacio: la clave es la palabra “industrial”. Por eso los objetos de plástico y las pieles sintéticas son los preferidos, o para ser más precisos: todo aquello que sea imitación de lo natural, no sólo las pieles.
¿Tienes en tu placard muñecas de cuando eras pequeña? Ponlas en el sofá. ¿Guardas autitos de colección o muñecos de peluche? Sácalos de las cajas y lúcelos en un estante, junto a réplicas en plástico de la Torre Eiffel o un Empire State hecho de pequeños espejitos. Las plantas artificiales, de plástico o tela, quedarán perfectas en cualquier rincón, o sobre la mesa ratona colmada de pequeños adornos: angelitos, campanas, animalitos de porcelana, elefantes de plástico que brillan en la oscuridad, y hasta los juguetes que vienen dentro del chocolate Kinder.
Los colores del estilo kitsch preferidos son el violeta, el dorado, el rosa chicle, el rojo. Olvídate del blanco y negro, de los tonos ocres del minimalismo, de la armonía zen. En el kitsch todo es exagerado, desde el color a la cantidad de objetos en un ambiente.
Ahora, si nos ponemos a pensar, todos tenemos algo de “kitsch”: ¿en qué casa no conviven fotos familiares, con adornos de dudosa elegancia, pero que nos encantan?; ¿quién puede decir que nunca ha puesto en un mismo estante el recuerdo que nos trajo alguien querido de sus vacaciones, junto a una escultura indígena, por ejemplo?. Si bien el kitsch no es para todos, en cada casa hay un rincón o un estante que es un tributo a este estilo… ¡y nos encanta!