Posterior al Medioevo, surgió en Inglaterra una corriente arquitectónica y de diseño muy interesante, que lleva al ámbito hogareño elementos propios de la iglesia y de la decoración palaciega.
El estilo Tudor se desarrolló en Gran Bretaña en el siglo XV, durante el reinado de Isabel I y Enrique VIII, y dejó su huella en el diseño arquitectónico mundial, así como en el diseño de interiores. La casa Tudor se caracteriza por tener dos plantas en techo a dos aguas con tejas de madera o pizarra, paredes exteriores con vigas ubicadas diagonalmente u otros ornamentos, grandes “hogares” o estufas a leña, paredes de yeso, arcos en los cerramientos y los típicos miradores de ventanas.
Una casa de estilo Tudor es distinguida y elegante, así como su decoración interior, donde se puede observar una inmensa gama de accesorios decorativos de estilo refinado y aristocrático.
Las puertas de las casas de estilo Tudor son de madera dura de gran peso, rodeadas de piedras, ladrillo y adornadas profusamente con herrajes, bisagras, clavos y otros elementos en diversos metales. Se pueden observar en la casas del estilo ornamentos en los muros exteriores, como el entramado de vigas en madera, hierro, ladrillo, yeso y piedra.
El diseño interior de la casa Tudor tiene elementos selectos y toques delicados, como ser los revestimientos de paredes en madera, las molduras de madera tallada, las paredes decoradas con tapices, alfombras y telas.
La textura está presente en todos los géneros, ya sean alfombras, tapices, cortinados o cojines y en ellos, como en el resto de la decoración interior, predominan los colores rojo, naranja, azul y dorado, en telas de terciopelo, damasco y brocado.
Las alfombras son el accesorio imprescindible, aunque se puede exceptuar dejando a la vista un piso de madera, ladrillo o piedra pulida.
Los accesorios para la decoración son los escudos antiguos, las vitrinas con objetos, el vitreaux, los retratos enmarcados, las tallas en madera, las camas con dosel, los objetos de vidrio y de metal brillante, los objetos de porcelana y las grandes bibliotecas con volúmenes encuadernados en cuero.
Una casa al estilo Tudor tiene gran cantidad de objetos costosos y ostenta la elevada posición de los moradores con auténticos objetos de arte, piezas de artesanía refinada, mobiliario en maderas nobles con exquisitos tallados, relieves e incrustaciones en piedras o grabados de la heráldica familiar.