El pino navideño ha sido acogido hasta por las más tradicionales ramas religiosas del cristianismo, y se convida entre diferentes religiones como un símbolo de amor, familia y amistad. Por ello, las familias de muchas religiones diversas hoy lucen sus pinos navideños en el hogar, despliegan decoraciones en toda la casa, y cubren el piso debajo con los regalos del 24 o 25 de diciembre.
El pino, sin embargo, es aún más que un mero elemento decorativo. Es un objeto que logra aportar ciertas energías y emociones en tu hogar. Según numerosas corrientes y tendencias, el pino navideño es el principal símbolo de lo sagrado y de la unión. Para otros, en cambio, es el símbolo de la fertilidad, mientras que hay quienes lo consideran el símbolo del amor fraternal y familiar.
Aunque lo conocemos como “pino”, lo cierto es que debemos hablar de árbol de Navidad, pues hoy muchos eligen por personalizar este elemento en función del estilo general del hogar, con cerezos, arbustos y variedades vegetales vivas y artificiales.
Hay quienes piensan que los orígenes del árbol navideño tiene sus bases en Babilonia, para la celebración del nacimiento del Dios Sol, mucho antes que el cristianismo se estableciera en el mundo. Por ello, se ornamentaban árboles de hojas perennes con elementos de todo tipo. También hay quienes indican que el uso del pino o árbol navideño nace en las fiestas romanas del solsticio de invierno, las Saturnalias.
Sin embargo, la costumbre hoy practicada fue, al menos, expandida por el pueblo germánico en el siglo VII, quien eligió un abeto que quedó en pie luego de la caída de un gran roble viejo. En relación a la tenacidad, a la lucha de vida y a la esperanza, un predicador eligió al abeto, lo decoró y hasta lo bautizó como “el árbol del Niño Dios”.
Tradicionalmente, el árbol de Navidad debe ser decorado con elementos colgantes, uno nuevo por año como menos, y con luces o brillos que reflejen la espiritualidad de la fecha. En los orígenes de esta costumbre se mencionaba a las manzanas y a las velas como elementos imprescindibles.
El árbol de Navidad en la decoración debe tomar un lugar preponderante. Debes montarlo y lucirlo en un rincón o lateral de la habitación familiar, y debe quedar siempre a la vista. Luego de montarlo en su sitio, comienza a adornarlo desde el frente, y luego complementa hacia los laterales, para que tenga más atractivo en su principal punto de exhibición.
Al ornamentarlo, coloca elementos y luces y ve algunos pasos para atrás, para ver si la decoración es estructurada y armónica. Obsérvalo desde distintos rincones de la habitación, y luego analízalo desde otros puntos de vista.