Cuando llega la época de plantar o trasplantar, además de pensar en las plantas que queremos para nuestro jardín, patio o balcón, debemos pensar en las macetas que usaremos. El criterio a usar para elegir las apropiadas tiene poco que ver con lo decorativo, sino que debe ser la maceta apropiada para la planta que contendrá. Pero siempre podemos dar nuestro propio “toque” para transformarla en un objeto bonito, además de útil.
Las macetas vienen en variedad de tamaños, formas y materiales. Cada uno de ellos tiene sus ventajas y desventajas. En todos los casos, deben tener perforaciones en el fondo para asegurar un correcto drenaje y evitar que la tierra se pudra. No olvides cubrir los orificios con piedras, papel de diario o un filtro para café de papel, con el fin de evitar que se vaya también la tierra.
Las macetas de terracota son porosas y la tierra se seca más rápidamente que en las macetas de plástico, ya que la humedad también sale por el cuerpo del recipiente, no sólo por el fondo. Esto evita la acumulación excesiva de agua.
Una de las desventajas es que, con tierra, suelen ser bastante pesadas y difíciles de mover.
Las macetas de plástico retienen más el agua que las de arcilla, y esto es bueno si no tenemos mucho tiempo para regar. También son más livianas. Pero, por otro lado, cuando están muy expuestas al sol el material se degrada con rapidez y tienden a resquebrajarse o romperse. Si preferimos macetas de plástico, procuremos que tengan un buen espesor y sean resistentes al sol.
Otra muy de moda es la maceta de fibrocemento. Suelen ser aislantes, por lo que se crea una especie de microclima en su interior. Pero debemos tener la precaución de ubicarlas en su lugar definitivo antes de ponerles la tierra porque, una vez cargadas, no podremos moverlas.
Las nuevas macetas de resina o fibra de vidrio son livianas, retienen la humedad y se fabrican con apariencia de piedra o concreto, por lo que pueden ser la mejor opción para nuestro balcón.
Uno de los problemas de las macetas grandes es la cantidad de tierra que se necesita para llenarlas. Muchos jardineros experimentados usan algunos trucos para reducir la cantidad de tierra (y, por consiguiente, el peso) poniendo en el fondo de la maceta latas de aluminio aplastadas, o bolitas de poliestireno expandido. Son buenos trucos para reducir la cantidad. El agua puede drenar fácilmente, las raíces tiene oxígeno suficiente y sitio para expandirse, y la maceta pesa menos.
En general, nunca ponemos en nuestras macetas pura tierra, sino que hacemos una mezcla con vermiculita, perlita, agujas de pino o corteza. Esto aliviana el material, y evita que la tierra se apelmace.
También podemos agregar un poco de tierra fértil comprada en el vivero, lo que evitará que tengamos que regar con demasiada frecuencia porque retiene la humedad.
En algunos casos, la tierra ya viene con fertilizante. Pero si no, conviene mezclarlo en el compuesto antes de plantar, para que se distribuya en forma pareja.
Debemos asegurarnos de que la tierra sea sana. Si no estamos seguros, podemos fumigar o mezclar algún pesticida orgánico, y dejar reposar unos días antes de plantar.